sábado, 29 de noviembre de 2014

Hugo cerda, "LA EVALUACIÓN COMO EXPERIENCIA TOTAL", cap. VIII y X

CAPÍTULO 8. EVALUACIÓN POR OBJETIVOS.


Las diferentes taxonomías de los especialistas norteamericanos de los años 50, mostraban el dominio de los objetivos en el proceso de enseñanza y evaluación (Tyler). Los objetivos debían observarse en los comportamientos de los estudiantes. Estas conductas observables tienen diferentes grados (de fáciles a difíciles), pero no apuntan a la comprensión de ellas, sino al registro que el profesor haga, según su ausencia o su presencia. Por lo tanto, por muy amplias y ricas que sean, son clasificaciones que encasillan.
Hay una estrecha relación entre los objetivos y los logros. Un objetivo dirige, orienta, ordena, guía y conduce los contenidos de un proceso evaluatorio.
Para los autores, que trabajan las taxonomías, estas permiten evitar la vaguedad y ambigüedad de las categorías involucradas en el proceso de evaluación, produciendo desviaciones en la actividad instructiva inicial.
Los objetivos por tanto se pueden definir como una meta, un propósito, un punto central de referencia, un producto, un logro, un fin.
Cualquiera que sea el punto de arranque filosófico o ideológico, siempre se recurre a los objetivos para sentar las bases de la evaluación. El error está en pensar que sólo los objetivos, el proceso, los logros son los elementos válidos para la evaluación. Para el autor, sólo la unidad dialéctica de todos los elementos evaluativos nos llevará a un criterio de verdad.
El objetivo variará según del tipo de evaluación que se realice. Debe existir una correspondencia entre los objetivos y los contenidos de la evaluación, entre los contenidos y los instrumentos de evaluación, entre los objetivos y los logros de la evaluación.
La evaluación no puede convertirse en un proceso cerrado, que no permita la aparición de aprendizajes concomitantes, reduciendo al mínimo la originalidad y la multiplicidad del proceso evaluado.
Según Tyler, el “padre” de la evaluación, la evaluación por objetivos se caracterizaba básicamente por:
1.       La formulación de objetivos como referencias principal para la evaluación de los resultados.
2.       La toma de decisiones respecto a los resultados y al mismo proceso, con todas sus variables y elementos, a partir de los datos e informaciones proporcionadas por la evaluación continua.
Para Tyler y los autores que se basan en las taxonomías, basan sus propuestas en los objetivos comportamentales, es decir, con ellos podemos monitorear los niveles de desarrollo intelectual y educativo de un niño; por lo que, todos los comportamientos no observables ocuparían un lugar secundario como indicadores del proceso educativo. Podemos ver claramente que hay una tendencia al conductismo, ya que toda actividad se convierte en una contestación de un estímulo externo.
Actualmente se rechaza la idea que la conducta humana tenga un carácter puramente reactivo, por considerarse reduccionista, y por dejar de lado la riqueza de las relaciones al nivel de la conciencia, que muchas veces no llega a manifestarse en el comportamiento.
Scriven, contrariamente a la afirmación que sin objetivos no puede existir evaluación, crea un modelo de evaluación sin referencia a objetivos:
1.       Existe el convencimiento de que los efectos secundarios de un programa educativo pueden ser más relevantes que los efectos acordes con los objetivos previstos.
2.       Se debe plantear como una necesidad básica evitar el sesgo del evaluador.

Scriven desarrolla el concepto necesidades como base de la evaluación. La evaluación libre de objetivos descansa sobre el análisis de las necesidades del consumidor más que sobre los objetivos e intenciones del productor. Para Scriven, si se llegara a plantear objetivos, éstos sólo deben ser operacionales, los cuales son corregidos, modificados y perfeccionados en el curso de la evaluación, y de ésta manera alcanzar resultados óptimos. Las tres funciones básicas de la evaluación: diagnostico, orientación y motivación contribuyen a la valoración concreta y precisa de los resultados.



CAPÍTULO 10. EVALUACIÓN POR COMPETENCIAS.

La evaluación de competencias es un proceso de retroalimentación, determinación de idoneidad y certificación de los aprendizajes de los estudiantes de acuerdo con las competencias de referencia, mediante el análisis del desempeño de las personas en tareas y problemas pertinentes. Esto tiene como consecuencia importantes cambios en la evaluación tradicional, pues en este nuevo enfoque de evaluación los estudiantes deben tener mucha claridad del para qué, para quién, por qué y cómo es la evaluación, o si no está no va a tener la significación necesaria para contribuir a formar profesionales idóneos. Es así como la evaluación debe plantearse mediante tareas y problemas lo más reales posibles que impliquen curiosidad y reto.

Condiciones para que se dé la evaluación por competencias:
1.       Que sea factible de realizar por los docentes.
2.       Que se haga con la finalidad de obtener información.
3.       Que antes de evaluar se tenga una visión interdisciplinaria e integral del proceso de enseñanza-aprendizaje.
4.       Que esta evaluación no se encuentre separada del proceso de aprendizaje.
5.       Que la evaluación global debe abarcar al alumno como ser que está aprendiendo, de forma holística.
6.       Que la evaluación se construya en una comunicación abierta con el estudiante.
La competencia sólo es posible evaluarla a través de la actuación, por lo que deben apoyarse en un conjunto de indicadores no sólo de tipos cognoscitivos, sino sociales. Así, autores definen la competencia como el conjunto de comportamientos observables que facilitan el desarrollo eficaz de una determinada actividad laboral. Por lo que la competencia tendría elementos como:
a.       Saber = conjunto de conocimientos.
b.      Saber hacer = conjunto de habilidades y destrezas.
c.       Hacer = capacidad de  poner en práctica un conjunto de comportamientos en pos de una situación determinada.
d.      Saber estar = capacidad de integrarse a un grupo, aceptando y cumpliendo sus normas.
e.      Querer hacer =  motivarse por todas las anteriores.
Por tanto, una competencia no es conocimiento, una habilidad o un comportamiento aislado, sino la unión de todos los aspectos en el desempeño de una actividad laboral concreta.

¿Es posible evaluar las competencias?
Cada institución define sus competencias según con sus propios criterios, que dependerán de sus necesidades, intereses y expectativas. De acuerdo con los criterios de la evaluación de competencias, sólo se poseen estos conocimientos y habilidades si estos han sido puestos en práctica en un contexto social determinado.


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