“La evaluación debería ser considerada, como un proceso y no como
un suceso y constituirse en un medio y nunca en un fin…”
La evaluación no es un suceso separado o de un momento, sino un
proceso; ya que, no vale más una calificación que un proceso óptimo de
enseñanza-aprendizaje, bien guiado y ejecutado; pues la calificación o
evaluación en concreto corresponde a una consecuencia o un medio, pero nunca un
fin; puesto que éste fin es la formación del sujeto.
“La evaluación es
el proceso de delinear, obtener, procesar y proveer información válida,
confiable y oportuna que nos permita juzgar el mérito o valía de
programas, procedimientos y productos con el fin de tomar decisiones”.
Haciendo una línea del tiempo, el concepto ha tenido diferentes
énfasis, en un comienzo era utilizado como: juicio, variando al de medición, posteriormente
a logro de objetivos, para finalmente servir como medio para toma de
decisiones.
Por otra parte, la evaluación es un proceso que se efectúa a
medida que se va desarrollando el proceso enseñanza-aprendizaje, es decir,
nunca podrá ser una acción que se produce sólo en un determinado momento. La evaluación
debe ser concebida como un medio y no como un fin; un medio para corregir
errores, para reorientar acciones y para fortalecer experiencias de
aprendizajes. Por tanto, la evaluación debiese estar centrada en los procesos más
que en resultados , asumiendo la postura de que el alumno debe
ser el responsable de sus propios aprendizajes, rechazando la concepción del
mismo como un ser pasivo; y reconociendo la capacidad que tiene para generar aprendizajes
significativos.
“En la medida en que un sujeto aprende, simultáneamente evalúa, porque
discrimina, valora, critica, opina, razona, fundamenta, decide,
enjuicia, opta… entre lo que considera que tiene un valor en sí y
aquello que carece de él. Esta actividad evaluadora, que se aprende, es
parte del proceso educativo, que como tal es continuamente formativo”.
Es decir, la evaluación es un proceso inherente al aprendizaje, ya
que no es posible “un aprendizaje sin evaluación y una evaluación sin
aprendizaje”, no puede ser algo distinto o paralelo. Por este motivo, la
evaluación debe privilegiar los aprendizajes logrados por el alumno y los
procesos de “aprender a aprender”.
“Si la evaluación no es fuente de aprendizaje, queda
reducida a la aplicación elemental de técnicas, reduciendo u ocultando
procesos complejos que se dan en la enseñanza y en el aprendizaje. La
evaluación educativa es aprendizaje y todo aprendizaje que no conlleve
autoevaluación de la actividad misma del aprender, no forma”.
De acuerdo a lo anterior, la evaluación también resulta
determinante en la definición de los nuevos roles del docente. Entendiendo que
el educador debiese ser un mediador entre el conocimiento y el proceso de
aprendizaje del alumno; logrando traspasar a éste, la responsabilidad de su
aprendizaje. Para cumplir este objetivo, el educador tiene que preparar el
escenario del aprendizaje, donde la determinación de propósitos, la
definición de estrategias didácticas y la diversidad de procedimientos
evaluativos tienen que estar presentes.
PRINCIPIOS DE UNA NUEVA PROPUESTA EVALUATIVA:
Propuestas para disminuir discrepancias entre el discurso y la práctica
evaluativa
Ahumada plantea algunas propuestas, con la finalidad de generar
discusión respecto a las posibles formas de acortar el distanciamiento entre la
teoría y la práctica evaluativa:
- La promoción de la reflexión crítica de los alumnos de pedagogía
acerca de sus propias visiones educativas y sobre las formas en que la
educación se realiza en diversos contextos con sus posibles consecuencias,
debieran constituirse en importantes orientaciones para la formación de futuros
profesores.
- Los Organismos públicos, debiesen elaborar mayores innovaciones
en estrategias evaluativas, entendidas como procesos deliberados y sistemáticos
necesarios para producir cambios en las prácticas evaluativas vigentes.
- Los especialistas en educación y evaluación, debiesen generar un
puente entre la teoría y la práctica evaluativa.
- Se deben realizar más
proyectos de investigación en el área, que recojan las formas en que se
modifican las prácticas docentes y de cómo es posible explicar que a partir de
ideas y planteamientos previamente establecidos se pueden generar cambios
actitudinales en los docentes.
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