sábado, 29 de noviembre de 2014

LA EVALUACIÓN: UN DIFÍCIL CAMINO ENTRE LA TEORÍA Y LA PRÁCTICA de Pedro Ahumada

“La evaluación debería ser considerada, como un proceso y no como un suceso y constituirse en un medio y nunca en un fin…” 

La evaluación no es un suceso separado o de un momento, sino un proceso; ya que, no vale más una calificación que un proceso óptimo de enseñanza-aprendizaje, bien guiado y ejecutado; pues la calificación o evaluación en concreto corresponde a una consecuencia o un medio, pero nunca un fin; puesto que éste fin es la formación del sujeto.

“La evaluación es el proceso de delinear, obtener, procesar y proveer información válida, confiable y oportuna que nos permita juzgar el mérito o valía de programas, procedimientos y productos con el fin de tomar decisiones”.

Haciendo una línea del tiempo, el concepto ha tenido diferentes énfasis, en un comienzo era utilizado como: juicio, variando al de medición, posteriormente a logro de objetivos, para finalmente servir como medio para toma de decisiones.

Por otra parte, la evaluación es un proceso que se efectúa a medida que se va desarrollando el proceso enseñanza-aprendizaje, es decir, nunca podrá ser una acción que se produce sólo en un determinado momento. La evaluación debe ser concebida como un medio y no como un fin; un medio para corregir errores, para reorientar acciones y para fortalecer experiencias de aprendizajes. Por tanto, la evaluación debiese estar centrada en los procesos más que en resultados , asumiendo la postura de que el alumno debe ser el responsable de sus propios aprendizajes, rechazando la concepción del mismo como un ser pasivo; y reconociendo la capacidad que tiene para generar aprendizajes significativos. 

“En la medida en que un sujeto aprende, simultáneamente evalúa, porque discrimina, valora, critica, opina, razona, fundamenta, decide, enjuicia, opta… entre lo que considera que tiene un valor en sí y aquello que carece de él. Esta actividad evaluadora, que se aprende, es parte del proceso educativo, que como tal es continuamente formativo”.

Es decir, la evaluación es un proceso inherente al aprendizaje, ya que no es posible “un aprendizaje sin evaluación y una evaluación sin aprendizaje”, no puede ser algo distinto o paralelo. Por este motivo, la evaluación debe privilegiar los aprendizajes logrados por el alumno y los procesos de “aprender a aprender”.

Si la evaluación no es fuente de aprendizaje, queda reducida a la aplicación elemental de técnicas, reduciendo u ocultando procesos complejos que se dan en la enseñanza y en el aprendizaje. La evaluación educativa es aprendizaje y todo aprendizaje que no conlleve autoevaluación de la actividad misma del aprender, no forma”.


De acuerdo a lo anterior, la evaluación también resulta determinante en la definición de los nuevos roles del docente. Entendiendo que el educador debiese ser un mediador entre el conocimiento y el proceso de aprendizaje del alumno; logrando traspasar a éste, la responsabilidad de su aprendizaje. Para cumplir este objetivo, el educador tiene que preparar el escenario del aprendizaje, donde la determinación de propósitos, la definición de estrategias didácticas y la diversidad de procedimientos evaluativos tienen que estar presentes.



PRINCIPIOS DE UNA NUEVA PROPUESTA EVALUATIVA: 


Propuestas para disminuir discrepancias entre el discurso y la práctica evaluativa

Ahumada plantea algunas propuestas, con la finalidad de generar discusión respecto a las posibles formas de acortar el distanciamiento entre la teoría y la práctica evaluativa:
- La promoción de la reflexión crítica de los alumnos de pedagogía acerca de sus propias visiones educativas y sobre las formas en que la educación se realiza en diversos contextos con sus posibles consecuencias, debieran constituirse en importantes orientaciones para la formación de futuros profesores.
- Los Organismos públicos, debiesen elaborar mayores innovaciones en estrategias evaluativas, entendidas como procesos deliberados y sistemáticos necesarios para producir cambios en las prácticas evaluativas vigentes.
- Los especialistas en educación y evaluación, debiesen generar un puente entre la teoría y la práctica evaluativa.
- Se deben realizar más proyectos de investigación en el área, que recojan las formas en que se modifican las prácticas docentes y de cómo es posible explicar que a partir de ideas y planteamientos previamente establecidos se pueden generar cambios actitudinales en los docentes.

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