La evaluación es una disciplina que cada vez adquiere más fuerza e
independencia, ya no es considerado como un apéndice supeditado y final al
proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que está integrado plenamente a él,
participando durante todo el tiempo del mismo, es decir, lo cruza
transversalmente.
La evaluación, entonces, ya no es simplemente la realización de
una prueba y su corrección, sino que implica la toma de decisiones que apunta a
la mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje. Por lo tanto, para que la
evaluación cumpla con su fin, debe estar presente desde el inicio del proceso,
pues, si por el contrario sólo se relega al final ya será muy tarde para
pretender hacer algún cambio hacia la mejora.
Hay una diferencia significativa entre evaluar y calificar, pues
todo se evalúa, pero NO todo se califica. Es el proceso de evaluación el que
envuelve a la calificación y no al revés. La calificación permite a los profesores certificar y garantizar lo que un estudiante ha aprendido
La evaluación nos permite monitorear el proceso de aprendizaje en términos cognitivos, con el fin de modificar las estructuras de pensamiento de niveles básicos a niveles más complejos.
En el sistema educativo chileno, los mapas de progreso de los aprendizajes fue el intento inicial que iba hacia la estandarización, es decir, querían conseguir una media de cual debía ser el nivel de aprendizaje en cada curso.
Nuestro sistema escolar, lamentablemente se rige por la calificación y eso permite que se perpetúen una serie de vicios que dañan seriamente la educación.
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