CAPÍTULO 8. EVALUACIÓN POR OBJETIVOS.
Las diferentes taxonomías de
los especialistas norteamericanos de los años 50, mostraban el dominio de los
objetivos en el proceso de enseñanza y evaluación (Tyler). Los objetivos debían
observarse en los comportamientos de los estudiantes. Estas conductas
observables tienen diferentes grados (de fáciles a difíciles), pero no apuntan
a la comprensión de ellas, sino al registro que el profesor haga, según su
ausencia o su presencia. Por lo tanto, por muy amplias y ricas que sean, son
clasificaciones que encasillan.
Hay una estrecha relación entre
los objetivos y los logros. Un objetivo dirige, orienta, ordena, guía y conduce
los contenidos de un proceso evaluatorio.
Para los autores, que trabajan
las taxonomías, estas permiten evitar la vaguedad y ambigüedad de las categorías
involucradas en el proceso de evaluación, produciendo desviaciones en la
actividad instructiva inicial.
Los objetivos por tanto se pueden
definir como una meta, un propósito, un punto central de referencia, un
producto, un logro, un fin.
Cualquiera que sea el punto de
arranque filosófico o ideológico, siempre se recurre a los objetivos para
sentar las bases de la evaluación. El error está en pensar que sólo los
objetivos, el proceso, los logros son los elementos válidos para la evaluación.
Para el autor, sólo la unidad dialéctica de todos los elementos evaluativos nos
llevará a un criterio de verdad.
El objetivo variará según del
tipo de evaluación que se realice. Debe existir una correspondencia entre los
objetivos y los contenidos de la evaluación, entre los contenidos y los
instrumentos de evaluación, entre los objetivos y los logros de la evaluación.
La evaluación no puede
convertirse en un proceso cerrado, que no permita la aparición de aprendizajes
concomitantes, reduciendo al mínimo la originalidad y la multiplicidad del
proceso evaluado.
Según Tyler, el “padre” de la
evaluación, la evaluación por objetivos se caracterizaba básicamente por:
1. La
formulación de objetivos como referencias principal para la evaluación de los
resultados.
2. La
toma de decisiones respecto a los resultados y al mismo proceso, con todas sus
variables y elementos, a partir de los datos e informaciones proporcionadas por
la evaluación continua.
Para Tyler y los autores que se basan
en las taxonomías, basan sus propuestas en los objetivos comportamentales, es
decir, con ellos podemos monitorear los niveles de desarrollo intelectual y educativo
de un niño; por lo que, todos los comportamientos no observables ocuparían un
lugar secundario como indicadores del proceso educativo. Podemos ver claramente
que hay una tendencia al conductismo, ya que toda actividad se convierte en una
contestación de un estímulo externo.
Actualmente se rechaza la idea
que la conducta humana tenga un carácter puramente reactivo, por considerarse
reduccionista, y por dejar de lado la riqueza de las relaciones al nivel de la
conciencia, que muchas veces no llega a manifestarse en el comportamiento.
Scriven, contrariamente a la
afirmación que sin objetivos no puede existir evaluación, crea un modelo de
evaluación sin referencia a objetivos:
1. Existe
el convencimiento de que los efectos secundarios de un programa educativo
pueden ser más relevantes que los efectos acordes con los objetivos previstos.
2. Se
debe plantear como una necesidad básica evitar el sesgo del evaluador.
Scriven desarrolla el concepto
necesidades como base de la evaluación. La evaluación libre de objetivos
descansa sobre el análisis de las necesidades del consumidor más que sobre los
objetivos e intenciones del productor. Para Scriven, si se llegara a plantear
objetivos, éstos sólo deben ser operacionales, los cuales son corregidos,
modificados y perfeccionados en el curso de la evaluación, y de ésta manera
alcanzar resultados óptimos. Las tres funciones básicas de la evaluación:
diagnostico, orientación y motivación contribuyen a la valoración concreta y precisa
de los resultados.
CAPÍTULO 10. EVALUACIÓN POR COMPETENCIAS.
La evaluación de
competencias es un proceso de retroalimentación,
determinación de idoneidad y certificación de los aprendizajes de los
estudiantes de acuerdo con las competencias de referencia, mediante el análisis
del desempeño de las personas en tareas y problemas pertinentes. Esto tiene
como consecuencia importantes cambios en la evaluación tradicional, pues en
este nuevo enfoque de evaluación los estudiantes deben tener mucha claridad del
para qué, para quién, por qué y cómo es la evaluación, o si no está no va a
tener la significación necesaria para contribuir a formar profesionales
idóneos. Es así como la evaluación debe plantearse mediante tareas y problemas
lo más reales posibles que impliquen curiosidad y reto.
Condiciones para que se dé la
evaluación por competencias:
1. Que
sea factible de realizar por los docentes.
2. Que
se haga con la finalidad de obtener información.
3. Que
antes de evaluar se tenga una visión interdisciplinaria e integral del proceso
de enseñanza-aprendizaje.
4. Que
esta evaluación no se encuentre separada del proceso de aprendizaje.
5. Que
la evaluación global debe abarcar al alumno como ser que está aprendiendo, de
forma holística.
6. Que
la evaluación se construya en una comunicación abierta con el estudiante.
La competencia sólo es posible
evaluarla a través de la actuación, por lo que deben apoyarse en un conjunto de
indicadores no sólo de tipos cognoscitivos, sino sociales. Así, autores definen
la competencia como el conjunto de comportamientos observables que facilitan el
desarrollo eficaz de una determinada actividad laboral. Por lo que la
competencia tendría elementos como:
a. Saber
= conjunto de conocimientos.
b. Saber
hacer = conjunto de habilidades y destrezas.
c. Hacer
= capacidad de poner en práctica un
conjunto de comportamientos en pos de una situación determinada.
d. Saber
estar = capacidad de integrarse a un grupo, aceptando y cumpliendo sus normas.
e. Querer
hacer = motivarse por todas las
anteriores.
Por tanto, una competencia no es
conocimiento, una habilidad o un comportamiento aislado, sino la unión de todos
los aspectos en el desempeño de una actividad laboral concreta.
¿Es posible evaluar las competencias?
Cada institución define sus
competencias según con sus propios criterios, que dependerán de sus
necesidades, intereses y expectativas. De acuerdo con los criterios de la
evaluación de competencias, sólo se poseen estos conocimientos y habilidades si
estos han sido puestos en práctica en un contexto social determinado.